Desde el 7 de abril de 2025, casi 80 cannabis coffee shops de diez municipios holandeses han entrado en la fase final del Experimento Holandés de Cannabis Legal, un proyecto piloto histórico para establecer una cadena de suministro de cannabis totalmente legal.
La iniciativa supone un cambio con respecto a la larga política de tolerancia del país, que permitía la venta de cannabis en los coffee shops pero hacía la vista gorda ante la producción ilegal de la sustancia.
El fin de la política de la «puerta de atrás»
El Gobierno holandés puso en marcha esta iniciativa en 2022 para resolver una paradoja: mientras que la venta de cannabis en los coffee shops se había tolerado durante décadas, su cultivo seguía siendo ilegal, creando un mercado gris que atentaba tanto contra la salud pública como contra la transparencia. El objetivo es estudiar si un sistema de circuito cerrado de cannabis -desde el cultivo hasta el punto de venta- puede sustituir al ambiguo statu quo.
Desde este mes, todos los coffee shops participantes de ciudades como Breda ,Groningen, Maastricht o Tilburg están ahora obligados a abastecerse exclusivamente de cannabis procedente de diez cultivadores autorizados por el gobierno.
Sin embargo, se mantiene una notable excepción: las tiendas podrán seguir vendiendo hachís procedente de fuentes ilegales hasta el 10 de junio, en virtud de un periodo de gracia temporal concedido por el ministro de Justicia, David van Weel, y el secretario de Estado, Vincent Karremans.
«Esta medida se tomó para dar a los cultivadores más tiempo para mejorar la producción de hachís y a los propietarios de coffeeshops la oportunidad de ampliar su oferta», dijeron las autoridades.
Un paso hacia la legitimidad largamente esperado
Para muchos en el sector, este avance se esperaba desde hace tiempo.
«La hierba se ha vendido legalmente aquí durante 50 años, pero la producción nunca ha sido legal. Así que por fin ha llegado el momento de poner fin a esta loca e inexplicable situación y convertirla en un sector profesional legal», dijo Rick Bakker, director comercial de Hollandse Hoogtes, en declaraciones a Associated Press.
Hollandse Hoogtes es uno de los diez productores autorizados, junto a actores internacionales como Village Farms, una empresa canadiense-estadounidense que suministra cannabis desde sus instalaciones de Leli Holland. La instalación, que tiene una capacidad de cultivo de 2.500 kilogramos al año, comenzó a operar comercialmente en enero y ya ha empezado a enviar sus productos a los mercados holandeses.
A pesar de este avance, sólo cinco de los diez cultivadores autorizados están operativos en la actualidad. Los retrasos se han atribuido a las dificultades para obtener tierras, abrir cuentas bancarias y atraer a inversores verificados. El lento comienzo ha suscitado preocupaciones en torno a la cadena de suministro, y algunos propietarios de coffee shops han informado de estantes vacíos y una disponibilidad limitada de productos de cannabis legal.
«Si esto no ocurre, tendremos un grave problema», advirtió Stan Esmeijer de Coffeeshop Platform Nijmegen en una entrevista con NOS. «Entonces tendremos estanterías vacías y tememos que aumente el comercio ambulante y las molestias»
Entusiasmo de los consumidores e implicaciones políticas
A pesar de los obstáculos, los primeros indicios apuntan a una acogida positiva por parte de los consumidores. Muchos han expresado su apoyo a la idea de poder comprar cannabis de calidad controlada, incluso si algunas variedades populares aún no se encuentran habitualmente en stock.
El experimento se supervisará durante cuatro años, con la posibilidad de una prórroga de año y medio. El Gobierno espera que los resultados ayuden a definir la política del país en materia de cannabis a largo plazo, si no la de Europa.
Con más de 565 coffee shops de cannabis funcionando en el país, hay mucho en juego. Si tiene éxito, podría servir de modelo para otros países que luchan por conciliar la demanda de los consumidores con unas cadenas de suministro no reguladas.
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