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Hungría intensifica su lucha contra la droga

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Hungría y la guerra contra las drogas
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Dirigido por el primer ministro Viktor Orbán, el gobierno húngaro ha lanzado una vasta campaña de represión presentada como una cruzada moral para proteger a la juventud del país.

Así, en marzo de 2025, el gobierno anunció una campaña nacional antidroga acompañada de una política de tolerancia cero, seguida en abril por una enmienda constitucional que declaraba: «La producción, el consumo, la distribución y la promoción de las drogas están prohibidos en Hungría.»

De la reducción de daños a la hostilidad

Hungría tuvo en su día una de las políticas de drogas más progresistas de Europa Central. Entre 2000 y 2009, la estrategia nacional antidroga fomentó la reducción de daños, uno de cuyos resultados fue la disminución del uso compartido de jeringuillas. Aunque nunca se aplicó la despenalización, el sistema se centró en el tratamiento y la prevención más que en la represión.

Todo esto cambió radicalmente cuando Fidesz llegó al poder en 2010. Según Tamás Kardos, que escribe para Talking Drugs, «los recursos dedicados a la lucha contra las drogas se redujeron a la décima parte, se cerraron los mayores centros de reducción de daños de Budapest y se suprimió la institución responsable de coordinar la lucha contra las drogas».

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Desde 2020, Hungría carece de una estrategia oficial en materia de drogas.

Aunque Budapest intentó relanzar un enfoque más equilibrado en 2024 alineándose con la estrategia antidroga de la UE, los diputados del Fidesz atacaron esta iniciativa, calificándola de «liberalización encubierta de las drogas».

Criminalización ineficaz

A pesar del endurecimiento de las leyes, la encuesta ESPAD 2024 reveló un fuerte aumento del consumo de sustancias psicoactivas entre los jóvenes húngaros. Entre los jóvenes de 15 a 16 años, los alumnos húngaros ocupan el primer lugar en tabaco, consumo de cigarrillos electrónicos, consumo de alcohol y consumo de anfetaminas y MDMA. Estas cifras revelan una profunda contradicción: el enfoque punitivo del país no ha reducido el consumo de drogas, sino que probablemente lo ha exacerbado.

En lugar de abordar las causas profundas, como la desigualdad social, los deficientes servicios de salud mental y la inestabilidad de la vivienda, el Gobierno húngaro sigue invirtiendo en estrategias de alarmismo y en una mayor aplicación de la ley. Según Tamás Kardos, «la criminalización y las tácticas de miedo han hecho poco por reducir la demanda».

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Las nuevas leyes sobre drogas, que entrarán en vigor a mediados de 2025, ya han envalentonado a las fuerzas del orden. Han aumentado las denuncias de registros aleatorios, acoso y uso desproporcionado de la fuerza por parte de la policía. Los agentes han reanudado tácticas como las «redadas en clubes nocturnos», el cierre de salas de conciertos para registrar a todos los asistentes y la detención de jóvenes en la calle sin causa probable.

En un caso desgarrador que saltó a los titulares, un hombre de 56 años fue golpeado hasta quedar inconsciente durante un control rutinario de identidad en Szeged, tras ser hallado en posesión de unos gramos de cannabis. Murió tras dos operaciones. La policía afirmó posteriormente que estaba en posesión de drogas sintéticas y que se había resistido a la detención. Una investigación interna concluyó que el uso de la fuerza por parte de los agentes fue «necesario, legal, profesional, efectivo y proporcionado».

Tamás Kardos resume lo absurdo de esta versión oficial: «Es difícil encontrar las palabras para describir esta reacción, y aún más difícil creer que la investigación en curso de la Fiscalía Central de Investigación llegará a una conclusión diferente.»

La hipocresía y la excepción del alcohol

Incluso mientras Hungría refuerza su control sobre las drogas, sigue promoviendo el alcohol como parte integral de la vida nacional. Paralelamente a su ofensiva antidroga, el gobierno ha lanzado un «programa de bares», que ofrece subvenciones de 7.500 euros para mantener bares en pueblos de menos de 1.000 habitantes. ¿La razón aducida? Los bares son «espacios comunitarios esenciales».

Preguntado por la contradicción entre reprimir el consumo ilegal de drogas y fomentar el consumo de alcoholl, el ministro responsable del Gabinete del Primer Ministro respondió: «La distinción esencial es que el consumo de drogas es ilegal, mientras que el de alcohol no lo es, y con moderación el alcohol puede tener efectos beneficiosos para la salud.»

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, casi uno de cada cinco húngaros sufre problemas con el alcohol, una tasa muy superior a la de la mayoría de los países de la UE. Al mismo tiempo, el acceso al cannabis medicinal sigue bloqueado y quienes intentan obtenerlo ilegalmente se enfrentan a severas penas.

Los niños como justificación, no como prioridad

Las autoridades húngaras citan a menudo la protección de los niños para justificar leyes controvertidas. En marzo de 2025, el gobierno prohibió las marchas del orgullo, alegando que suponían un riesgo para los niños. La misma justificación se utiliza ahora para intensificar la guerra contra las drogas.

Sin embargo, esta retórica no va acompañada de inversiones en salud mental de los jóvenes, educación o servicios de prevención. En su lugar, los fondos se destinan a la vigilancia, las detenciones y las campañas que asocian el consumo de drogas con la decadencia moral.

«El declive del apoyo social y sanitario a los jóvenes se achacará a los que consumen drogas», señala Hablando de drogas.

Incluso el cultivo de cannabis a pequeña escala está ahora severamente reprimido. Según las nuevas normas, cultivar seis plantas, un delito relativamente menor en muchos países europeos, puede acarrear multas equivalentes a las impuestas por tráfico.

Además, las personas detenidas en posesión de una «pequeña cantidad» de la droga deberán someterse a un tratamiento de desintoxicación de seis meses o denunciar a su proveedor.

La represión del consumo de drogas no es un fenómeno aislado. Un nuevo proyecto de ley titulado «Transparencia en la vida pública» permitiría al Estado disolver cualquier organización que considere una amenaza para la «soberanía húngara». Esto podría tener un efecto amedrentador sobre ONG, periodistas y actores de la sociedad civil, muchos de los cuales ya son víctimas de vigilancia o intimidación.

Como escribe Tamás Kardos, «la violencia se ha desatado contra los inmigrantes, las personas LGBT y los consumidores de drogas. ¿Quién será el próximo?

Aurélien creó Newsweed en 2015. Especialmente interesado en las normativas internacionales y los diferentes mercados del cannabis, también posee un amplio conocimiento de la planta y sus usos.

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