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¿Cómo mantener sanas las raíces del cannabis?

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Las plantas de cannabis, ya sea para cáñamo industrial, cáñamo CBD o cannabis medicinal, dependen de su entorno para cosechar energía, iniciar la fotosíntesis y crecer.

Las raíces son el sistema digestivo de las plantas de cannabis. Y, como cualquier otro ser vivo, cuando las plantas no pueden alimentarse adecuadamente, pueden desarrollar deficiencias de nutrientes que debilitarán significativamente su sistema inmunológico y ralentizarán su desarrollo general, conduciendo finalmente a una muerte lenta pero segura.

Quizás sea porque están bajo tierra y, por tanto, son invisibles, por lo que olvidamos el vital papel multifuncional y simbiótico de las raíces del Cannabis.

¡Los expertos de Silent Seeds nos cuentan todo sobre cómo mantener sanas las raíces del Cannabis!

Raíces: una máquina multifuncional vital

Como ya hemos explicado, las raíces – también conocidas como sistema radicular o masa radicular – son en realidad el sistema digestivo y la columna vertebral de las plantas. Las raíces son responsables de la nutrición óptima de las plantas: facilitan la absorción y asimilación de nutrientes del suelo o sustrato.

El sistema radicular tiene tres funciones principales que lo hacen comparable al sistema inmunitario en los seres humanos: en primer lugar, garantiza la hidratación y el suministro de nutrientes; en segundo lugar, ancla las plantas firmemente en el suelo; y en tercer lugar, almacena alimentos para periodos de carencia de nutrientes o estrés por sequía.

Las raíces se componen de cuatro partes principales, de arriba abajo: la raíz primaria, que es la primera en desarrollarse y donde se forman las raíces laterales; la zona de maduración, donde aparecen los pelos radiculares para absorber sales minerales y agua, lo que la convierte en la principal zona de contacto entre la planta y el suelo; la zona meristemática, que incluye el meristemo apical responsable del crecimiento celular y, por tanto, del alargamiento de la raíz; y, por último, el capuchón radicular, que facilita el movimiento de la punta de la raíz en el suelo y la protege así de roturas.

Las plantas de cannabis producen principalmente raíces pivotantes, pero también pueden desarrollar raíces adventicias cuando se propagan por esquejes. Estas raíces se encuentran en la parte superior del tallo y se desarrollan accidentalmente mediante esta técnica de propagación.

Raíces sanas y vigorosas en todas las fases de la planta

El desarrollo de un sistema radicular sano y vigoroso es esencial para que las plantas se vuelvan fuertes, crezcan rápidamente y, en última instancia, proporcionen una cosecha productiva y de alta calidad. La oxigenación del suelo será por tanto muy importante para todos los metabolismos de la planta, actuando el propio suelo como segundo órgano respiratorio de la planta.

La fase de crecimiento

El desarrollo del sistema radicular de tus plantas de cannabis requiere una atención especial durante la fase de crecimiento: cuanto más se desarrolle la estructura vegetativa de las plantas durante este periodo, mayor será su capacidad de rendimiento y más fuerte será su sistema inmunológico, por lo que estarán mejor equipadas para luchar contra patógenos o parásitos.

Antes de empezar a cultivar, asegúrate de tener un sustrato de buena calidad y rico en nutrientes. Es esencial utilizar tierra fresca que contenga componentes que faciliten la aireación del suelo, el drenaje y una cierta retención de la humedad (por ejemplo, perlita, musgo esfagno, coco, turba blanca, etc.)

El suelo alberga millones de microorganismos beneficiosos que protegen la masa radicular, favorecen su desarrollo y mantienen su equilibrio. Antes de plantar los plantones en el suelo, conviene añadir tricodermas, endomicorrizas y bacterias como las rizobacterias. Estos organismos regulan y protegen el sustrato y son extremadamente eficaces

También es importante asegurarse de que la tierra tenga una buena capacidad de respiración para que no se compacte demasiado ni se encharque, lo que dificultaría el movimiento de las raíces en el suelo y podría llegar a asfixiarlas.

Los cultivadores principiantes tienden a regar demasiado sus plantas y a menudo acaban con el suelo encharcado, lo que puede dificultar el crecimiento de la planta y debilitar las raíces, que acaban pudriéndose. Un suelo demasiado húmedo también favorece la aparición de hongos y plagas, y da a las plantas un mal comienzo para su futuro desarrollo. Por tanto, una buena gestión del riego es esencial para evitar tener plantas frágiles y enfermas desde el principio.

En cuanto a los contenedores, es preferible utilizar macetas geotextiles que facilitan la oxigenación del sustrato. Es esencial conocer el ciclo respiratorio del suelo, es decir, los mecanismos de alternancia entre suelo seco y húmedo.

Si sus plantas están bien regadas, sus raíces se desarrollarán de forma óptima. Esto es esencial para evitar la aparición de insectos u hongos (especialmente Pythium y Fusarium).

La situación contraria también puede ser perjudicial para tus plantas: un suelo demasiado seco puede causar estrés por sequía (es decir, falta de agua y nutrientes), lo que puede provocar un debilitamiento del sistema inmunitario y la aparición de parásitos. Encontrar un equilibrio entre estos dos extremos es vital para el desarrollo óptimo de la masa radicular.

Es importante prestar especial atención al momento en que las plántulas desarrollan sus primeras raíces. Se les debe proporcionar un clima estable, es decir, un nivel de humedad de entre el 75 y el 80% y una temperatura de entre 23 y 28ºC.

Es mejor no utilizar estimuladores de raíces durante los primeros 8-10 días de crecimiento. Espere a que las plantas tengan al menos 10-15 cm de altura y ya hayan desarrollado al menos 1 o 2 grupos de hojas. A partir de este momento, el pH del agua debe ajustarse entre 6,0 y 6,2 y deben añadirse 0,2 – 0,4 ml/L de estimulador de raíces, dependiendo de la concentración específica del producto.

La frecuencia de aplicación recomendada es de una vez por semana a lo largo del ciclo de vida de sus plantas (durante los periodos de crecimiento y floración). Durante la segunda semana, la dosis debe aumentarse a 0,8 – 1 ml/L, siempre con un pH entre 6,0 y 6,2, y continuar aumentando la dosis gradualmente a partir de la tercera semana hasta alcanzar una concentración de 1,8 – 2 ml/L.

Durante la tercera semana, la humedad debe ser cercana al 65% y la temperatura debe estar entre 22 y 26°C. Aumentar gradualmente la dosis hasta 3,6 – 4 ml/L, esta vez con un pH cercano a 6,2 – 6,4 (final de la fase de crecimiento).

Para evitar el choque térmico, la temperatura del agua debe ser igual o cercana a la temperatura ambiente de su sala de cultivo.

Debes ser consciente de la importancia de ser riguroso durante esta fase de desarrollo porque los elementos esenciales para el buen desarrollo de tus plantas están en juego en este momento. El sistema inmunológico de las plantas es realmente vulnerable en esta fase, y un periodo vegetativo exitoso garantiza el desarrollo de plantas sanas y vigorosas que posteriormente producirán flores de cannabis abundantes y de calidad. En resumen, es una reacción en cadena beneficiosa a todos los niveles.

La fase de floración

Una vez que tus plantas de Cannabis han conseguido desarrollar una estructura sólida con un sistema inmunológico fuerte gracias a una buena gestión de su fase de crecimiento, es hora de ocuparse de la fase de floración.

Durante este periodo todo es mucho más sencillo: sólo tienes que continuar con el mismo régimen de riego y añadir 4ml/L de estimulador de raíces a tu solución nutriente una vez a la semana. Tendrás que dejar de utilizar fertilizantes para cannabis y estimuladores de raíces y floración por completo cuando aclares las raíces de tus plantas durante los últimos 15 a 20 días del ciclo. Después, sólo tendrás que recoger los frutos de tu trabajo…

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