A veces el humor puede ser un arma eficaz para poner de manifiesto las contradicciones de una sociedad. En uno de sus sketches captados recientemente en Bélgica, Dieudonné retrata este absurdo a través de un diálogo chirriante entre un padre alcohólico y su hijo fumador de cannabis. Detrás de las carcajadas del público, hay una crítica social y política con un sabor agridulce
La escena: padre en Ricard, hijo en porro
El sketch se basa en un contraste simple pero aterradoramente eficaz. El hijo, un adolescente, formula una pregunta llena de sentido común: ¿por qué prohibir la marihuana, una planta natural que se consume desde hace milenios, mientras se permite el alcohol, responsable de considerables estragos sanitarios y sociales?
De frente, el padre encarna un cliché francés: bebedor diario de Ricard y carcelero trasnochado, condena a su hijo en nombre de la ley y la moral. El humor surge de esta inversión: es el alcohólico quien sermonea al fumador, en nombre de un sistema legal incoherente.
Dieudonné lleva la caricatura al absurdo. El padre cuenta cómo el consumo de cannabis ha mejorado, sin embargo, la vida familiar: su mujer, antes deprimida, ha recuperado la sonrisa, las discusiones se han calmado e incluso su propio consumo de alcohol ha disminuido. Pero sólo tiene una palabra en los labios: «es ilegal»
L’écho de Coluche
En los años 80, Coluche ya había utilizado la comparación entre alcohol y cannabis como trampolín cómico y crítico. También él señalaba que el alcohol, a pesar de sus daños, sigue siendo tolerado porque forma parte del acervo cultural, mientras que el cannabis, a pesar de ser menos dañino, es relegado a los márgenes y asociado a la delincuencia.
Dieudonné retoma este hilo pero lo actualiza. En una sociedad en la que legalmente puedes transformar tu cuerpo hasta el extremo, en la que el alcohol se entroniza en todas las mesas, prohibir el cannabis parece cada vez más incoherente.
En realidad, el sketch va más allá de una simple broma sobre el alcohol y el cannabis. Esboza el retrato de una sociedad que clasifica las drogas no según su peligrosidad, sino según su historia y su lugar cultural.
La comedia culmina cuando el padre propone a su hijo sustituir el porro por… una botella de alcohol, presentada como una solución «civilizada». Es todo el sistema francés el que está siendo objeto de burla aquí: transmitir la adicción al alcohol como un patrimonio cultural, mientras se demoniza el cannabis como una amenaza para los jóvenes, como hace la última campaña de Mildeca.
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