Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de California en San Francisco (UCSF) y publicado en el Journal of General Internal Medicine pone de manifiesto los riesgos respiratorios asociados al consumo de cannabis.
Las conclusiones sugieren que el consumo diario aumenta el riesgo de desarrollar asma y también puede incrementar el riesgo de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), un grupo de trastornos pulmonares que incluye el enfisema y la bronquitis crónica.
Según el estudio, las personas que inhalaban cannabis a diario -ya fuera por combustión, vaping o dab- tenían un 44% más de riesgo de asma y un 27% más de riesgo de EPOC. Estas asociaciones se observaron incluso en personas que nunca habían fumado tabaco.
«Si las personas buscan reducir su riesgo de desarrollar una enfermedad pulmonar crónica, no deberían empezar a consumir cannabis. Y si ya fuman cannabis, deberían hacerlo con menos frecuencia», dijo la doctora Alison Rustagi, MD, PhD, profesora adjunta de la UCSF y autora principal del estudio.
Alcance de la investigación
La investigación se basa en datos del Sistema de Vigilancia de Factores de Riesgo Conductuales (BRFSS), una encuesta nacional realizada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos. Entre 2016 y 2020, se encuestó a más de 379.000 adultos de entre 18 y 74 años, y casi 23.000 declararon haber consumido cannabis por inhalación en los últimos 30 días.
Los investigadores definieron la inhalación de forma amplia, incluyendo consumo por combustión, vaporización y dabbing. A diferencia de estudios anteriores, limitados por el pequeño tamaño de las muestras o confusión con fumar, este análisis se benefició de una amplia población de participantes que nunca habían fumado cigarrillos, más de 220.000 personas.
Para estos no fumadores, la inhalación diaria de cannabis se asoció con un 51% de aumento en el riesgo de asma, destacando el cannabis como un factor de riesgo independiente para la enfermedad respiratoria.
Una relación dosis-respuesta
Publicado el 4 de septiembre de 2025, este artículo revisado por expertos proporciona pruebas estadísticas detalladas de un efecto dosis-respuesta: cuanto más frecuentemente se inhalaba cannabis, mayor era el riesgo de enfermedad respiratoria. Los consumidores diarios mostraron las asociaciones más fuertes, pero también se observaron riesgos elevados en consumidores menos frecuentes.
En concreto, las odds ratio ajustadas (aOR) indicaron un riesgo de 1,44 de asma y un riesgo de 1,27 de EPOC para los consumidores diarios en comparación con los no consumidores. En las personas que nunca habían fumado tabaco, la asociación con la EPOC fue elevada (aOR 1,54), pero no alcanzó un nivel estadísticamente significativo, probablemente debido al largo tiempo que tarda en desarrollarse la enfermedad.
El estudio también descubrió que los adultos jóvenes menores de 35 años que consumían cannabis a diario tenían un riesgo similar de padecer asma en comparación con los consumidores de más edad.
En el caso de la EPOC, las asociaciones fueron más claras en las personas menores de 50 años, mientras que no se encontró ninguna asociación significativa en las personas mayores. Los investigadores sugieren que esto puede deberse a una exposición acumulativa insuficiente, ya que las generaciones actuales de más edad sólo han empezado a consumir cannabis en mayor número recientemente.
Implicaciones para la salud pública
A medida que el cannabis se normaliza en Estados Unidos, con acceso a productos más sanos y métodos de consumo menos nocivos, los riesgos para la salud pulmonar siguen estando infravalorados.
«El mensaje de que fumar tabaco es malo para la salud está muy extendido, pero en el caso del cannabis está mucho menos claro», afirmó la Dra. Rustagi. Subrayó la importancia de detectar el consumo de cannabis en pacientes con asma o EPOC, como recomiendan las directrices clínicas actuales para la atención respiratoria crónica.
La investigación también indica que el cannabis es un factor de riesgo potencialmente modificable para la enfermedad pulmonar. A diferencia de la predisposición genética o la exposición temprana, las prácticas de inhalación pueden modificarse, lo que ofrece una vía tangible para la prevención.
Limitaciones y orientaciones futuras
Al tratarse de un estudio transversal, la investigación no puede establecer causalidad, y todos los datos fueron autoinformados, lo que podría introducir sesgos. Además, los investigadores no disponían de información sobre la exposición acumulada al cannabis a lo largo de la vida, una variable clave en enfermedades que tardan décadas en desarrollarse. No obstante, la consistencia de las asociaciones entre los distintos subgrupos refuerza el argumento a favor de un vínculo real.
Los autores concluyen que, aunque se necesitan más estudios longitudinales, hay pruebas suficientes para pedir cautela: la inhalación de cannabis no está exenta de riesgos y puede contribuir a aumentar la carga de enfermedades respiratorias crónicas.
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