El 23 de junio de 2025, un control rutinario de alcoholemia y drogas en las cocheras de Saint-Maur-des-Fossés, en Val-de-Marne, da un vuelco a la carrera de Jean-Jacques Modeste, agente de mantenimiento de la RATP. Este hombre de 47 años, que no conduce autobuses sino que realiza controles de seguridad de los vehículos, dio positivo en cannabis.
Inicialmente, fue una prueba de alcoholemia la que causó preocupación. Jean-Jacques Modeste explicó que acababa de utilizar un enjuague bucal para tratar unas úlceras bucales relacionadas con los aparatos de ortodoncia. Un dispositivo más preciso le dio el alta poco después. Pero el análisis de drogas dio positivo en cannabis.
Para Jean-Jacques Modeste, la explicación estaba clara: su consumo terapéutico de CBD. Diagnosticado como bipolar hace más de 20 años, le recetaron CBD para sustituir a las benzodiacepinas, una clase de fármacos con graves efectos secundarios y riesgo de adicción. Tanto su médico de cabecera como su psiquiatra confirmaron que el tratamiento estaba justificado desde el punto de vista médico y no afectaba a sus funciones cognitivas o conductuales.
A pesar de ello, el resultado positivo fue motivo de suspensión inmediata y posterior despido.
CBD, THC y la zona gris legal
Desde la llegada de los productos CBD a Francia, la cuestión de las pruebas sigue siendo controvertida. Estos productos pueden contener legalmente hasta 0,3% de THC, la molécula psicotrópica del cannabis. Aunque estos niveles se consideran seguros, pueden dar resultados positivos en pruebas de saliva.
El Tribunal de Casación confirmó en 2023 que esta tolerancia legal no eximía a los trabajadores de la ley de pruebas. En otras palabras, incluso el consumo autorizado de un producto con CBD puede acarrear sanciones si aparecen rastros de THC en los análisis.
Para los sindicatos, esta rigidez abre la puerta a los abusos. Ahmed Berrahal, representante de la CGT en el comité de salud, seguridad y condiciones de trabajo (CSSCT) de la RATP, denunció «una estrategia destinada a sustituir a personal fijo con experiencia por contratos precarios», acusando a la dirección de utilizar las pruebas para reducir costes laborales. También citó casos en los que supuestamente se habían obtenido resultados positivos tras el uso de enjuague bucal.
Entre disciplina y privatización
En el momento de su suspensión, Jean-Jacques Modeste negociaba su estatuto en el marco de la privatización de las líneas de autobús de la RATP en la región de Île-de-France. El centro de Saint-Maur iba a ser transferido a Cap Île-de-France RATP, una filial privada.
Como trabajador discapacitado reconocido, Jean-Jacques Modeste se beneficiaba de un régimen especial de baja médica (CSOM), más favorable que el régimen general de la Seguridad Social. Temía perder estas protecciones al ser trasladado. En su opinión, la prueba era una oportunidad para que la dirección le dejara de lado.
«Aprovecharon una prueba aleatoria para acusarme», declaró a Actu Paris antes de su audiencia disciplinaria. Se describe a sí mismo como una «fuente de irritación» para la dirección, tolerado por su ética profesional, pero nunca plenamente aceptado debido a su estado de salud.
A pesar de ello, se mostró optimista antes de comparecer ante el tribunal disciplinario, insistiendo: «Espero que todavía quede algo de humanidad».
La audiencia disciplinaria
El 22 de septiembre de 2025, Jean-Jacques Modeste comparece ante una comisión en el distrito 12 de París. Tres representantes del personal defendieron su permanencia. Pero los representantes de la dirección se impusieron. El veredicto: despido tras 27 años de servicio.
«No hubo milagro, no hubo marcha atrás», declaró más tarde Jean-Jacques Modeste a Parisien. «Me han despedido. Veintisiete años borrados en apenas una hora»
El trabajador señaló que su prescripción CBD debería haberle protegido. «Soy bipolar, tengo una prescripción. Esto forma parte de mi tratamiento» Pero la dirección no se inmutó.
Su punto de vista fue compartido por Ahmed Berrahal, de la CGT, que denunció la «destrucción social» dentro de la empresa. «Desde el punto de vista humano, es triste despedir a una persona discapacitada que lleva 27 años trabajando para la empresa y que no ha hecho nada malo. La audiencia disciplinaria fue una mera formalidad. Ya estaba todo decidido»
Un problema más amplio
Este despido ilustra aún más la incertidumbre jurídica y profesional que rodea al CBD en Francia.
Por un lado, la sustancia es ampliamente vendida y reconocida por sus aplicaciones terapéuticas, en particular para pacientes que buscan alternativas a los medicamentos convencionales.
Además, las pruebas actuales son incapaces de distinguir entre consumo legal de CBD y consumo ilícito de cannabis. Una situación comparable a los controles de drogas en carretera, que hoy en día parecen castigar a los consumidores más que garantizar realmente la seguridad en las carreteras.
You must be logged in to post a comment Login