La isla caribeña de Santa Lucía ha presentado su proyecto de ley, que establece las normas para el cultivo, procesamiento y venta de productos derivados del cannabis con vistas a su legalización este año.
Emma Hippolyte, ministra de Comercio de la pequeña isla caribeña, dijo que espera que el proyecto de ley sea presentado al Parlamento y promulgado a finales del primer trimestre de 2025, sujeto a reacciones imprevistas durante el período de consulta pública que está actualmente en curso y se cerrará el 7 de febrero.
La medida propuesta, cuyo objetivo es abordar las injusticias del pasado, apoyar a las comunidades marginadas y crear nuevas oportunidades económicas dentro de una industria del cannabis regulada, se basa en las aportaciones de grupos de defensa, comunidades religiosas y el público en general de la isla.
Un proyecto de ley modelo sobre el cannabis
En el centro del proyecto de ley se encuentra el Consejo Asesor del Cannabis, encargado de asesorar a las autoridades reguladoras. Formado por expertos de diversos campos, como la medicina, la farmacia y el comercio, el consejo vela por que los objetivos de la ley se ajusten a las prioridades de salud pública, comerciales y de seguridad. En concreto, se encarga de definir las condiciones médicas permitidas, regular los límites de THC y supervisar las prácticas del sector.
Marco de licencias y actividades
El proyecto de ley contiene disposiciones detalladas para la concesión de licencias para diversas actividades en los sectores del cannabis y el cáñamo. Las licencias abarcan el cultivo, la transformación, la distribución, la investigación y la venta al por menor. En particular, establece una distinción entre el cannabis medicinal de clase 1 (límite de THC equivalente al del cáñamo) y el de clase 2 (productos derivados del cannabis), con normas más estrictas para los productos más potentes disponibles únicamente con receta médica.
Además, la legislación prevé exenciones para los cultivadores tradicionales, lo que permite respetar las prácticas históricas al tiempo que garantiza la transición a una industria regulada.
Disposiciones de amnistía e indulto
Reconociendo la criminalización del pasado, el proyecto de ley prevé medidas de amnistía. Las personas implicadas en el cultivo o posesión de cannabis con fines no comerciales podrán solicitar un certificado de amnistía durante periodos determinados. El objetivo es reducir el impacto social de los antecedentes penales y fomentar la participación en la industria formal.
Entidad comercial central y regulación del mercado
Para racionalizar la distribución y mantener los estándares de calidad, el proyecto de ley introduce el concepto de entidad comercial central. Limitadas a dos entidades a la vez, a estas organizaciones se les conceden derechos exclusivos para distribuir cannabis medicinal. La centralización pretende mitigar los riesgos del desvío ilegal y las ventas no reguladas, al tiempo que facilita la transparencia y la supervisión.
Medidas de salud pública y seguridad
La legislación se centra en la salud pública y la seguridad prohibiendo el consumo de cannabinoides sintéticos y estableciendo normas estrictas sobre la venta de cannabis a menores de 21 años. El consumo está restringido en lugares públicos y los límites a la posesión personal evitan el abuso. Además, la normativa exige un etiquetado adecuado y la inclusión de un sello de cannabis para identificar los productos legales.
Oportunidades e incentivos económicos
Reconociendo el potencial económico del cannabis y el cáñamo industrial, el proyecto de ley ofrece incentivos a los operadores con licencia. Estos van desde desgravaciones fiscales hasta subvenciones para fomentar la innovación y garantizar un crecimiento sostenible del sector. Además, se impondrá un impuesto sobre el cannabis y el cáñamo a los productos, que contribuirá a recaudar fondos públicos al tiempo que fomentará el cumplimiento de las normas.
Penalizaciones e infracciones
El proyecto de ley establece sanciones claras para delitos como el cultivo de cannabis cerca de escuelas, la posesión excesiva y la venta no autorizada. Los delitos sancionables son una alternativa a las penas duras y se centran en la educación y la disuasión en lugar de la criminalización.
El líder rastafari se alegra
Aron Alexander, presidente del Consejo Iyanola para el Avance de los Rastafari (ICAR), celebró la medida como un importante paso adelante.
«Nos ha llevado 50 años llegar a este punto: 50 años de defensa, protesta y presión política para abordar la despenalización y legalización del cannabis», declaró el líder rastafari al St. Lucia Times.
«Fuimos maltratados, encarcelados, asesinados y nuestros medios de vida destruidos a causa de la prohibición. Aunque no pretendemos beneficiarnos desproporcionadamente, debemos ser actores clave en este nuevo régimen.»
La defensa de ICAR condujo a un acuerdo con el gobierno para crear un fondo de desarrollo dedicado a los rastafaris, alimentado por un porcentaje de los ingresos fiscales relacionados con el cannabis.
Liberalización de la legislación sobre drogas
Históricamente, Santa Lucía ha aplicado penas estrictas para los delitos relacionados con el cannabis en virtud de la Ley de Drogas Peligrosas. La posesión, incluso en pequeñas cantidades, podía acarrear fuertes multas y penas de prisión, mientras que el cultivo y el tráfico conllevaban penas aún más duras, incluidas largas penas de prisión y cuantiosas multas económicas.
Estas leyes tuvieron un impacto desproporcionado en los grupos marginados, especialmente en la comunidad rastafari, cuyas prácticas religiosas y culturales incluyen el consumo de cannabis.
Los jóvenes infractores también se enfrentan a consecuencias duraderas, como antecedentes penales que dificultan las oportunidades de empleo y de viajar. Estas prácticas policiales han contribuido al hacinamiento en las cárceles y han alimentado las críticas de la opinión pública.
En los últimos años, Santa Lucía ha cambiado su enfoque de la reforma del cannabis, reconociendo los costes sociales y económicos de estas duras penas. La opinión pública, la defensa de las comunidades afectadas y las tendencias mundiales han llevado al gobierno a adoptar políticas más flexibles, a través de la despenalización de pequeñas cantidades de cannabis y, pronto, el desarrollo de una industria regulada de cannabis y cáñamo.
Santa Lucía recibe apoyo a través del Mecanismo de Despliegue de Expertos Canadá-CARICOM (CCEDM), que pretende reforzar las relaciones económicas bilaterales de Canadá con el Caribe, así como la presencia canadiense en las Américas.