Investigaciones recientes han explorado la compleja relación entre consumo de cannabis y diabetes, ofreciendo perspectivas que podrían cambiar nuestra comprensión de los potenciales efectos del cannabis sobre la salud.
Cannabis y diabetes
Los consumidores de cannabis pueden tener un «perfil de citoquinas inflamatorias más saludable, mejor sensibilidad a la insulina y mayores niveles de actividad física que los no consumidores», según la investigación en curso del ensayo SONIC.
Angela Bryan, PhD, profesora y codirectora de CUChange en la Universidad de Colorado en Boulder, y su equipo plantearon la hipótesis de que «estos perfiles inflamatorios mejorarían a lo largo de las cuatro semanas, sobre todo en el caso de los que utilizan un producto a base de cannabidiol (CBD) frente a un producto a base de tetrahidrocannabinol (THC)».
La investigación se presentó en la 84ª Sesión Científica Anual de la American Diabetes Association.
Ejercicio y placer
El trabajo de Bryan también analiza las consecuencias para la salud pública de la legalización del cannabis. Un estudio examinó los efectos agudos del cannabis comercializado legalmente sobre las reacciones subjetivas de los consumidores habituales mientras corrían. Descubrió que el consumo de cannabis antes del ejercicio podía provocar un mayor placer y síntomas de euforia en el corredor, aunque también provocaba una mayor sensación de esfuerzo. Estos efectos positivos podrían hacer que el ejercicio físico resultara más atractivo para las personas, incluidas las que padecen o corren el riesgo de padecer diabetes, que de otro modo no lo practicarían.
Otro estudio de Bryan y sus colegas descubrió que las formas de cannabis con predominio de CBD estaban relacionadas con una reducción aguda de la tensión, lo que podría llevar a una reducción de la ansiedad a largo plazo. Estos hallazgos pueden ser particularmente relevantes en el contexto de la angustia relacionada con la diabetes, ofreciendo una vía potencial para mejorar los resultados de salud mental en pacientes con diabetes.
El estudio SONIC: resultados detallados
En el estudio SONIC, los participantes que consumían cannabis regularmente eran predominantemente jóvenes, con una edad media de 30 años, y tenían índices de masa corporal en el rango saludable. Los participantes en el estudio eran predominantemente blancos (86%) y varones (59%). Fueron emparejados con un grupo similar de personas que no habían consumido cannabis durante al menos un año.
Al inicio del estudio, la puntuación del Índice de Alimentación Saludable NSDR era de 51,24, lo que indicaba una «necesidad de mejora/dieta deficiente». Sin embargo, Bryan señaló que «puede que las personas no estuvieran a la altura en el ámbito de la dieta, pero estaban absolutamente a la altura en el ámbito de la actividad física».
Los investigadores realizaron pruebas orales de tolerancia a la glucosa para calcular el índice Matsuda de sensibilidad a la insulina de los participantes y midieron diversos marcadores inflamatorios. Como parte de un plan de incentivos aleatorio, se invitó a los usuarios a comprar y consumir un producto floral durante cuatro semanas, consumiendo tanto como quisieran. Realizaron evaluaciones diarias de su consumo de cannabis y alcohol, dieta y actividad física.
Al cabo de 4 semanas, el estudio no reveló ningún cambio en los marcadores inflamatorios de los participantes. Sin embargo, se observó una diferencia significativa entre consumidores y no consumidores, y los consumidores de cannabis mostraron niveles significativamente más bajos de biomarcadores inflamatorios y citoquinas circulantes. La excepción fueron los niveles de proteína quimioatrayente de monocitos-1 (MCP-1), que aumentaron con el tiempo en los consumidores pero no cambiaron en los no consumidores. Bryan calificó el hallazgo de «desconcertante», dado que los niveles de MCP-1 se asocian positivamente con la diabetes.
Sensibilidad a la insulina y limitaciones del estudio
Tras controlar el IMC y la inflamación, no se observó ningún efecto del grupo o de la interacción grupo-tiempo sobre el índice de sensibilidad a la insulina de Matsuda. Bryan reconoció que en el estudio participó «una muestra muy sana de personas que hacen mucho ejercicio, lo que podría influir en nuestros resultados, sobre todo en lo que respecta a la sensibilidad a la insulina».
Además, se señalaron como limitaciones del estudio la imposibilidad de utilizar una aleatorización de «patrón oro» debido a la programación del cannabis y la dificultad de interpretar los resultados del MCP-1.
Los datos diarios sólo mostraron ligeras diferencias de comportamiento entre consumidores y no consumidores de cannabis, así como entre el comportamiento de los consumidores en los días en que consumían cannabis y los días en que no lo hacían. Bryan concluye: «Creo que todas estas pruebas juntas nos dicen que la relación entre el consumo de cannabis y las posibles implicaciones para la diabetes es mucho más compleja que el mero couchlock [relajación/sedación muy profunda] o el subidón del corredor.»
El siguiente paso para el equipo de Bryan es obtener una respuesta aguda al cannabis realizando una prueba oral de tolerancia a la glucosa inmediatamente después de que el participante consuma un producto. Debido a la clasificación Clasificación 1 del cannabis, esta prueba no puede realizarse en el laboratorio. Por ello, los investigadores utilizan un CannaVan, un laboratorio móvil que se desplaza a los domicilios de los participantes. Los participantes consumen su producto de cannabis en casa y luego regresan a la furgoneta para realizar evaluaciones de seguimiento y análisis de sangre. Bryan tiene previsto compartir estos resultados en futuras presentaciones.
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