Durante casi 50 años, High Times ha sido un referente de la cultura cannábica, encarnando el espíritu rebelde que ha definido a generaciones de entusiastas, activistas y librepensadores.
Fundada en 1974 por Thomas Forçade, un contrabandista y editor radical, la revista se ha convertido en sinónimo de desafío a la prohibición, mezclando periodismo de investigación, activismo político y una celebración sin concesiones de la planta.
Entrevistas con iconos como Bob Marley y Hunter S. Thompson han adornado sus páginas, convirtiéndolo en una referencia mundial para los entusiastas del cannabis.
Una lenta caída
A medida que avanzaba la legalización del cannabis, High Times luchó por adaptarse a un entorno cambiante.
Tras ser comprada en 2017 por un grupo de inversores liderado por Adam Levin, la marca dio un giro radical hacia una agresiva expansión comercial, con la adquisición de dispensarios y planes para una salida a bolsa.
Según MJBizDaily, participaron más de 20.000 inversores, muchos de los cuales nunca recibieron acciones ni respuestas claras, ya que la empresa no cumplió con los requisitos de divulgación de la SEC y quedó bajo escrutinio legal. En 2023, Levin se declaró culpable de conspiración para cometer fraude con valores.
La revista, antaño una vibrante plataforma cultural, se vio reducida a publicaciones esporádicas, deudas crecientes y una serie de negocios infructuosos.
«Vimos cómo algo que nos encantaba se convertía en un plan de negocio. Un mal plan», declaró anónimamente un antiguo editor a High Times. A mediados de 2024, con su empresa matriz Hightimes Holding Corp. en suspensión de pagos, el futuro de la marca parecía sombrío.
Un retorno a sus raíces
Entonces llegó un salvavidas. En un acuerdo totalmente en efectivo valorado en 3,5 millones de dólares, Josh Kesselman, fundador de la mundialmente famosa RAW Rolling Papers, y Matt Stang, antiguo ejecutivo de High Times, adquirieron la propiedad intelectual de la revista, incluidos sus icónicos eventos Cannabis Cup. Kesselman también se ha comprometido a invertir otros 1,85 millones de dólares para relanzar la marca, centrándose en recuperar su espíritu original.
«¡Lo hago por la comunidad que me crió!», dijo Kesselman en LinkedIn, y añadió: «Unámonos para luchar contra las mentiras y la desinformación generadas por el dinero. La planta es la verdad, y la planta prevalecerá»
Los antecedentes de Kesselman son similares a los de Forçade: ambos son emprendedores poco convencionales impulsados por una profunda conexión personal con la cultura del cannabis. Lo que comenzó para Kesselman como un head shop en Gainesville, Florida, ha evolucionado hasta convertirse en RAW, una marca conocida por sus hojas de liar veganas y sin blanquear y su auténtico compromiso con la comunidad de fumadores.
Reconstruyendo el legado
Kesselman y Stang quieren ahora llevar High Times de vuelta a sus raíces culturales.
Su estrategia de regreso se extiende tanto a medios impresos como digitales. La revista volverá en ediciones limitadas y de coleccionista con reportajes en profundidad, mientras que la renovada presencia digital ofrecerá podcasts, comentarios de expertos y testimonios de la comunidad. Se digitalizarán décadas de contenido de archivo, dando vida a un rico legado histórico de la cultura del cannabis.
La Cannabis Cup también reaparecerá con nuevas medidas de transparencia, incluido un jurado independiente y la eliminación de los modelos de pago por juego que empañaron su credibilidad bajo la gestión anterior.
«Cuando eliminas los fondos privados y los inversores, cuando te quedas sólo con unas pocas personas que intentan hacer algo por la cultura, las posibilidades se vuelven ilimitadas», subrayó Kesselman.
Preservar un pilar cultural
Con la proliferación de medios sobre cannabis desde su legalización, pocas marcas tienen la seriedad y autenticidad de High Times. Para Josh, que descubrió la cultura del cannabis a través de la revista, este renacimiento es algo más que una aventura empresarial: es una misión personal para preservar un pilar del movimiento.
«No teníamos un plan de negocio, sólo una profunda necesidad de preservar lo que la revista representaba», dijo a CannaReporter.
En muchos sentidos, la resurrección de High Times supone un rechazo a la mentalidad lucrativa que estuvo a punto de destruirla. En su lugar, Kesselman y Stang ofrecen una visión basada en la pasión, la comunidad y la autenticidad, un retorno a lo que hizo de High Times la voz más duradera de la contracultura cannábica.