Medio ambiente

La prohibición de las drogas, factor oculto de la crisis climática

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Un nuevo informe internacional afirma que la prohibición de las drogas es no sólo un fracaso social y político, sino también un factor importante y en gran medida ignorado de la crisis climática.

Titulado Del bosque al polvo, el estudio de más de 100 páginas vincula la economía mundial de la cocaína con la deforestación, la contaminación, las emisiones de carbono y la violencia en la cuenca del Amazonas y más allá. Su conclusión es contundente: la justicia climática no puede lograrse sin una reforma de la política de drogas.

Elaborado por la coalición «Intersección – Uso de la tierra, política de drogas y justicia climática«, el informe reúne a investigadores, periodistas y expertos en políticas de toda América Latina y Europa. En lugar de considerar la destrucción del medio ambiente como un efecto secundario de las economías ilícitas, los autores sitúan la propia prohibición en el centro del problema.

Coca, cocaína y la expansión de la frontera forestal

Uno de los argumentos centrales del informe es que la política de drogas centrada en la represión acelera activamente la deforestación. A medida que se intensifica la represión en una región, las rutas de producción y tráfico se desplazan hacia ecosistemas más remotos y frágiles.

«Cuando llega el conflicto armado o el ejército, empuja la frontera de la producción de coca hacia zonas boscosas»

La periodista brasileña y defensora de los derechos humanos Rebeca Lerer, que ha coordinado el informe, explica que este patrón se repite en todas las regiones. Los esfuerzos de erradicación suelen ir seguidos de proyectos de minería, ganadería o acaparamiento de tierras, que agravan el daño ecológico.

En algunas regiones, el cultivo de coca contribuye directamente a la deforestación. En otras, el daño lo causan las carreteras, pistas de aterrizaje e infraestructuras construidas para el tráfico, que luego son utilizadas por otras industrias extractivas. Según el informe, la deforestación relacionada con la coca se ha duplicado en la última década, superando las 20.000 hectáreas anuales en determinados periodos.

Contaminación, emisiones de carbono y subproductos tóxicos

Más allá del uso del suelo, el informe documenta la importante huella medioambiental del refinado de cocaína. El proceso utiliza gasolina, ácido sulfúrico, amoníaco y acetona, y genera residuos tóxicos que contaminan el suelo, los ríos y la fauna.

«La producción en sí tiene repercusiones», afirma Lerer. «Como está penalizada, no hay control sobre el proceso de tratamiento de los residuos. Esto contamina el agua, el suelo y los animales… Hay riesgos para la salud de los trabajadores de laboratorio»

Los estudios de campo citados en el informe muestran altas concentraciones de metales pesados y residuos ácidos en los ríos cercanos a los lugares de tratamiento, así como un aumento de la mortalidad de peces y anfibios. Incluso se han detectado restos químicos lejos de las zonas de producción, sobre todo en especies marinas de la costa atlántica.

El impacto sobre el clima es igualmente grave. Basándose en estimaciones de la UNODC, los autores calculan que la producción mundial de cocaína en 2023 generó alrededor de 2.190 millones de toneladas de dióxido de carbono, teniendo en cuenta la deforestación, la producción química, el transporte y la eliminación de residuos.

Prohibición, violencia y «narco deforestación»

El informe también detalla cómo la prohibición alimenta lo que los investigadores describen como «narco-deforestación» y «narco-minería». Las redes del narcotráfico proporcionan la financiación, la logística y la protección armada necesarias para las operaciones ilegales de tala, tráfico de fauna y flora silvestres y minería.

«El tráfico de cocaína en el Amazonas funciona como un banco de inversiones para otros delitos medioambientales», afirma Lerer.

Entre 2017 y 2021, al menos 16 grandes incautaciones en la Amazonia brasileña descubrieron cocaína oculta en cargamentos ilícitos de madera con destino a Europa. Estas economías entrelazadas aumentan la violencia contra las comunidades indígenas y los defensores del medio ambiente, mientras que la corrupción socava cualquier forma de control efectivo.

Repensar la política a través de la reducción del daño ecológico

En lugar de abogar por un modelo simplista de legalización, los autores proponen un enfoque que describen como reducción del daño ecológico. Este marco vincula la reforma de la política de drogas a la protección del medio ambiente, los derechos laborales y la soberanía indígena.

«A pesar de estos impactos, la reforma de la política de drogas está casi completamente ausente de la agenda de la política climática»

El informe advierte de que los mercados legales mal diseñados podrían reproducir los daños de la prohibición a través de la captura corporativa, la agricultura insostenible y la concentración de la tierra. En su lugar, aboga por modelos centrados en las comunidades indígenas, la agricultura familiar y los sistemas agroecológicos diversificados.

Según los autores, la transformación y el refinado deberían trasladarse a zonas urbanas o industriales donde puedan regularse los residuos. La protección de los trabajadores, la restitución de las tierras y las salvaguardias contra el trabajo forzoso e infantil se presentan como elementos esenciales de cualquier transición.

«Tenemos que empezar por liberar la hoja de coca, y después diseñar cómo debe ser el comercio desde la perspectiva de reducir el daño ecológico y evitar el control corporativo», dijo Lerer. «La cocaína ilegal promueve la destrucción del medio ambiente, pero la cocaína de Big Pharma tampoco aportará justicia climática»

Un eslabón perdido en los debates sobre el clima

De la selva al polvo sitúa en última instancia la política de drogas como un eslabón perdido en las estrategias climáticas mundiales. Mientras la prohibición siga desplazando la producción, reforzando las redes delictivas y externalizando los costes medioambientales, los esfuerzos para proteger la Amazonia y alcanzar los objetivos climáticos seguirán siendo fundamentalmente incompletos, según el informe.

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