Malaui, un país históricamente dependiente de las exportaciones de tabaco, acaba de legalizar el cultivo de cannabis para diversificar su sector agrícola y aumentar sus ingresos en divisas. La decisión ha suscitado un intenso debate entre legisladores, defensores de la lucha antidroga y actores del sector agrícola.
Oportunidades y retos económicos
El legislador Peter Dimba, diputado del gobernante Partido del Congreso de Malaui que presentó la moción para legalizar la planta, destaca el potencial económico del cannabis o «chamba» cultivado localmente, afirmando que podría superar significativamente los ingresos del tabaco, ya que es «muy codiciado en el mercado mundial».
Prevé unos ingresos iniciales de 200 millones de euros al año, que aumentarán a 700 millones cuando la industria alcance su madurez.
La economía de Malawi se ha basado tradicionalmente en el tabaco, que representa una parte importante del PIB y de las divisas. Sin embargo, la caída de los precios del tabaco por motivos sanitarios ha impulsado la exploración de otros cultivos comerciales, como el cáñamo industrial. A pesar de los esfuerzos iniciales en el ámbito del cáñamo legalizado en 2020, problemas como la accesibilidad al mercado y el coste de las semillas importadas han dificultado su éxito, lo que ha impulsado la apertura del cultivo de cannabis a variedades con mayor contenido de THC.
«En 2018 permitimos el cultivo de cáñamo industrial, pero de alguna manera discriminamos a nuestra propia variedad y este es un ejemplo clásico de odio a uno mismo», dijo, añadiendo que la ley traería beneficios económicos al país.
Precaución y regulación del Gobierno
Los representantes del Gobierno, encabezados por el líder de la Cámara, Richard Chimwendo Banda, hacen hincapié en una cuidadosa regulación para salvaguardar la salud pública, al tiempo que se aprovechan los beneficios económicos del cannabis. El Sr. Chimwendo Banda asegura que este cambio legislativo dará prioridad a la protección de los jóvenes y de los intereses nacionales.
El proyecto de ley que se ha aprobado modifica las leyes vigentes sobre el cultivo de cannabis, abordando la cuestión de la concesión de licencias a cultivadores y transportistas, al tiempo que prohíbe el uso recreativo.
La legislación sobre el cannabis propuesta en Malawi ha suscitado diversas reacciones entre las partes interesadas. Los rastafaris, que utilizan el cannabis con fines espirituales y medicinales, acogen con satisfacción la perspectiva de la legalización para evitar repercusiones legales. Patrick Galawanda, portavoz rastafari, aboga por el reconocimiento del significado cultural y religioso del cannabis.
Por otra parte, los defensores antidroga están preocupados por las posibles repercusiones sanitarias y sociales. Nelson Zakeyu, de Drug Fight Malawi, destaca los peligros del consumo de cannabis, sobre todo entre los jóvenes. Advierte de un aumento del consumo entre los adolescentes tras la legalización del cáñamo en 2020, y pide cautela a la hora de modificar las leyes sobre drogas vigentes.
