Marruecos ha duplicado con creces su superficie de cultivo legal de cannabis, hasta alcanzar las 4.751 hectáreas, frente a las 2.169 del año anterior.
En este crecimiento han participado 5.493 cultivadores agrupados en 366 cooperativas, frente a los 2.647 cultivadores de 2024. El Estado también concedió 4.003 licencias de cultivo, transformación, comercialización y exportación, lo que supone un aumento del 20% en un año. Aunque la mayoría de las licencias se concedieron a agricultores, alrededor de un centenar se otorgaron a operadores que gestionan actividades posteriores, como la transformación y el comercio internacional.
La gestión de las semillas también se ha intensificado: la Agencia Nacional de Regulación de las Actividades Relacionadas con el Cannabis (ANRAC) ha certificado 6,2 millones de semillas importadas y ha autorizado el uso de casi 400 toneladas de la variedad local «Beldia», frente a las 171 toneladas de 2024.
Chefchaouen en el centro de la transición legal
De las tres provincias del Rif afectadas por la legalización – Alhucemas, Chefchaouen y Taounate – Chefchaouen destaca por su dinamismo. En 2025, el cannabis legal cubría allí 1.347 hectáreas, más del doble de las 616 hectáreas cultivadas en 2024. Estos cultivos estaban a cargo de 1.435 agricultores en 104 cooperativas.
De esta superficie, 1.222 hectáreas fueron plantadas con la variedad Beldia, una variedad tradicional muy arraigada en las montañas del Rif, mientras que 125 hectáreas se destinaron a genética importada. Las cooperativas locales, como Bio Cannat en Bab Berred, ya están transformando las cosechas en cosméticos y complementos alimenticios para el mercado nacional, y una parte de la producción también se exporta.
Para los productores sobre el terreno, este cambio no es sólo agrícola. Como explica Abdesslam Amraji, presidente de la cooperativa Mazarii Amdghous, «el éxito de la integración de este sector en el tejido agrícola local ha animado a otros agricultores a unirse a la cooperativa, que ha visto crecer su producción y el número de socios desde 2023.»
Productos, exportaciones y controles estrictos
La industria legal ha comenzado a diversificarse más allá del cultivo en bruto. En 2025, 21 suplementos dietéticos y 16 productos cosméticos derivados del cannabis fueron registrados en la Agencia Marroquí de Medicamentos y Productos Sanitarios (AMMPS). Se están abriendo canales de exportación a Francia, Suiza, República Checa, Luxemburgo, Portugal, Australia y Sudáfrica, señal de la ambición del país por posicionarse como un actor clave en los mercados internacionales regulados.
Pero las autoridades insisten en que regulación va de la mano de control. En 2025, la ANRAC realizó 5.430 inspecciones en los ámbitos del cultivo, la importación de semillas, la transformación, el transporte y la exportación. Como resultado, se revocaron 111 licencias por incumplimiento. La legalización en Marruecos, subrayan los funcionarios, «no es un autoservicio, es una responsabilidad con reglas claras».
Esta transformación tiene también una dimensión social. Históricamente, la región del Rif dependía del cultivo de cannabis, que a menudo era ilegal. El Gobierno marroquí calcula que 60.000 familias de estas provincias dependen de este cultivo para sobrevivir. Al incluirlas en el marco legal, la reforma pretende mejorar los medios de subsistencia, reducir el peso de los intermediarios e integrar a los agricultores en cooperativas estructuradas.
Ya se aprecian signos de progreso. El Ministerio del Interior señala que las superficies de cultivo ilegal se han reducido un 79% en dos décadas, pasando de 134.000 hectáreas en 2003 a poco más de 27.000 en 2023. Además, la gracia concedida en 2024 por el rey Mohammed VI a 4.831 agricultores tradicionales que eran objeto de procedimientos judiciales ilustra una política de reconciliación con comunidades durante mucho tiempo criminalizadas por su trabajo.
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