Intención pero falta de pragmatismo ante la meta. Así podría resumirse la legalización del cannabis en Luxemburgo.
Aunque el proyecto de legalización fue efectivamente adoptado el pasado mes de junio por el Gobierno, la ministra luxemburguesa de Sanidad declaró recientemente que no estaba segura de poder «finalizarlo durante esta legislatura», mientras que el Consejo de Estado luxemburgués debe pronunciarse antes de que la legalización entre en vigor.
«Tenemos que evolucionar en un marco en el que el objetivo sea demostrar que este proyecto puede repercutir positivamente en la salud pública», confió Paulette Lenert, añadiendo al micrófono de radio 100.7 que el expediente se sigue de cerca.
Luxemburgo legalizó el cannabis medicinal en 2018. Ese mismo año, el Gran Ducado publicó su deseo de legalizar el cannabis para consumo de adultos. Los primeros detalles del proyecto de legalización surgieron a principios de 2020, en un principio con la prohibición del autocultivo y la producción doméstica de cannabis.
Finalmente, se propondrá lo contrario: una licencia para cultivar 4 plantas por hogar con producción nacional de semillas (e importación autorizada de semillas), pero sin venta legal de cannabis. En otras palabras, un sistema a medio camino entre la despenalización y la plena legalización, que por el momento no ha conseguido motivar al Gobierno para actuar.
A finales de 2021, los países vecinos de Luxemburgo -Francia y Alemania- temían que el cannabis se añadiera a la lista de productos importados por los residentes fronterizos después del alcohol, el tabaco o el combustible. Ahora que Alemania ha anunciado su intención de legalizar el cannabis, con un sistema de venta legal, sólo queda un vecino gruñón.