Según varias fuentes, el presidente Donald Trump está preparando una orden ejecutiva que ordenaría a las agencias federales reclasificar el cannabis como una sustancia clase III, lo que supondría uno de los cambios más significativos en la política federal de drogas en más de 50 años.
El Washington Post, citando a seis personas anónimas cercanas a las discusiones, informó que Trump se reunió esta semana con el presidente de la Cámara de Representantes Mike Johnson, líderes de la industria, el secretario de Salud Robert F. Kennedy Jr. y Mehmet Oz, director de los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid. Aunque Johnson se opuso a la idea, al parecer el Presidente terminó la llamada pronunciándose a favor de seguir adelante con el proyecto.
Sin embargo, la Casa Blanca mantiene que «no se ha tomado una decisión final», aunque las especulaciones se intensifican en todo el espectro político y en la industria del cannabis.
La tan esperada reclasificación llega a su fin
El cannabis sigue siendo una sustancia de clase I según la ley federal, junto con la heroína y el LSD, designada por tener un alto potencial de abuso y ningún uso médico aceptado. Elproyecto de reclasificación prevé reclasificarla como clase III, reservada a sustancias de reconocido valor médico y menor potencial de abuso.
«Esta sería la reforma más radical de la política federal sobre el cannabis desde que la marihuana se clasificó como droga de clase I en la década de 1970», dijo el abogado Shane Pennington, que representa a las empresas que impulsan la reclasificación.
Esta medida no equivale a una legalización a nivel federal, pero tendría implicaciones de gran alcance. Los operadores con licencia estatal se liberarían por fin del estrangulamiento fiscal del código 280E del IRS, que impide a las empresas vinculadas a sustancias de la Lista I reclamar deducciones estándar. Los investigadores tendrían un acceso más fácil al estudio del cannabis, y los estados reacios a actuar podrían sentirse políticamente protegidos a la hora de modernizar sus leyes.
Para la industria regulada, cuyo valor se estima en 32.000 millones de dólares, el impacto podría remodelar las condiciones del mercado en todo el país.
Influencia del sector y cálculos políticos
The Washington Post informa de que varios ejecutivos de la industria del cannabis, cuyos nombres no fueron revelados, estuvieron presentes en el Despacho Oval durante la discusión, lo que pone de relieve la creciente proximidad entre los principales operadores y la administración Trump. Operadores multinacionales dirigentes como Charlie Bachtell, consejero delegado de Cresco Labs, y Kim Rivers, consejero delegado de Trulieve, que asistieron a la toma de posesión de Trump en 2025, ya han estrechado lazos con la Casa Blanca.
Trump ya ha adoptado algunas posturas políticamente inusuales sobre el tema. El año pasado, apoyó una medida electoral en Florida sobre el consumo para adultos y expresó su apoyo a la reclasificación durante la campaña. En septiembre, también compartió un vídeo alabando los beneficios médicos del CBD producido por The Commonwealth Project.
Fuerte oposición de los grupos prohibicionistas
La mera posibilidad de una orden de reclasificación ha hecho saltar las alarmas entre los opositores al cannabis. Kevin Sabet, director de Smart Approaches to Marijuana (SAM), publicó un vídeo en el que advertía de que la reclasificación «daría exenciones fiscales a las grandes empresas de cannabis» y «enviaría un mensaje muy negativo a los jóvenes».
Sabet añadió: «Pero al final, el presidente Trump escuchó a sus socios y amigos, no a la ciencia ni a los datos.»
A pesar de las preocupaciones de los pocos opositores de la medida, los partidarios de la reforma dicen que refleja el consenso médico. Bajo la administración anterior, las autoridades sanitarias federales concluyeron en 2023 que el cannabis tenía «un uso médico actualmente aceptado», sentando las bases científicas para el cambio.
Completar lo que empezó Biden
De aprobarse, la medida completaría un proceso iniciado bajo la presidencia de Joe Biden, cuya administración inició un estudio científico en 2022 y propuso un cambio normativo en 2023. La Administración para el Control de Drogas (DEA) tenía previsto celebrar audiencias sobre la cuestión, pero esos procedimientos se suspendieron tras la toma de posesión de Trump en enero.
El momento del anuncio sigue siendo incierto. Los expertos advierten de que Trump, descrito por algunas fuentes como receptivo pero no totalmente comprometido, podría dar marcha atrás. Sin embargo, el impulso está cobrando fuerza, y los actores del sector y las organizaciones prohibicionistas consideran que el cambio de política es inminente.
Una cosa está clara: una reclasificación federal a la Clase III redibujaría el panorama para las empresas cannábicas, los investigadores y los responsables políticos de todo EE.UU., marcando la reevaluación federal más importante de la planta en medio siglo.
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