Han pasado más de cuatro años desde que el gobierno de Quebec proclamó su decisión de fijar la edad legal para el consumo de cannabis en 21 años, alegando la prudencia como principio rector.
El aumento de la edad legal tenía como objetivo aparente disuadir a los adultos jóvenes, de entre 18 y 21 años, de iniciarse en el consumo de cannabis. En Le Journal de Montréal, un quebequense se pregunta si la prohibición sigue estando justificada.
El auge de los mercados ilícitos y del consumo de riesgo
Según Francis Boucher, consultor de comunicación en Montreal, esta normativa ha empujado involuntariamente a los jóvenes adultos hacia el mercado ilícito, donde se encuentran con el crimen organizado y con traficantes de dudosa reputación que venden productos con niveles de THC excesivamente altos.
«Atrás quedaron los días en que se compraba hierba a granel; en su lugar, nos encontramos en medio de un mercado inundado de envases llamativos con motivos como dragones en llamas y personajes de anime», descifra.
Uno de sus puntos de preocupación es la aparición de plumas de cera con altas concentraciones de THC, cada vez más populares entre los jóvenes consumidores quebequeses. Al limitar el acceso a los canales legales, la provincia los está orientando involuntariamente hacia pautas de consumo y productos más arriesgados.
«Es como negar a la gente el acceso a un buen vino y esperar que no busquen otros productos más alcohólicos de procedencia ilícita», dice en esencia.
Responder a las preocupaciones de salud pública
En su opinión, este enfoque regulador fomenta relaciones malsanas entre los jóvenes adultos y los traficantes del mercado negro, que se benefician de su fidelidad. La idea de que cumplir 21 años redirigirá mágicamente a los consumidores hacia los canales legales es, en el mejor de los casos, una ilusión.
En lugar de eso, «estamos asistiendo a una perpetuación del comercio ilícito, que no sólo perjudica a la salud pública, sino que también plantea problemas considerables para las finanzas públicas».
En 2024, cree que es imperativo reevaluar esta normativa a la luz del sentido común, la salud pública y la responsabilidad fiscal. El enfoque actual, imbuido de connotaciones moralistas, ha hecho poco por reducir el consumo de cannabis entre los adultos jóvenes. Al contrario, ha facilitado involuntariamente su exposición a productos nocivos y elementos delictivos.
Un camino a seguir: políticas basadas en pruebas y reducción de daños
Para abordar verdaderamente este problema, sugiere reconocer las realidades del consumo de cannabis y adoptar medidas pragmáticas que prioricen la reducción de daños y el bienestar público. Para ello, afirma, debemos avanzar hacia políticas basadas en pruebas que reconozcan la inevitabilidad del consumo de cannabis entre los adultos jóvenes y se centren en minimizar los riesgos asociados.
Un aspecto crucial de este cambio de paradigma es la necesidad de iniciativas integrales de educación y reducción de daños dirigidas a los jóvenes consumidores de cannabis. En lugar de estigmatizar el consumo, los jóvenes deben tener acceso a información precisa sobre prácticas de consumo más seguras y estrategias de reducción de riesgos.
Además, la inversión en programas de prevención dirigidos a los jóvenes puede desempeñar un papel esencial para reducir el atractivo de los mercados ilícitos y fomentar una toma de decisiones responsable.
El marco regulador de la distribución y venta al por menor de cannabis también debería remodelarse. Ampliando los canales legales de acceso y garantizando la disponibilidad de productos diversificados y de bajo riesgo, se reduciría el atractivo de las fuentes ilícitas y se orientaría a los consumidores hacia alternativas más seguras.
Dado que Quebec restringe la variedad de productos disponibles más que otras provincias canadienses (no hay concentrados, no hay comestibles…), esto incluiría autorizar a los minoristas con licencia a ofrecer una amplia gama de productos con distintos niveles de THC y promover prácticas comerciales responsables que den prioridad a la salud pública frente a los beneficios.