El proyecto piloto de Lausana para la venta regulada de cannabis recreativo entra en su fase concreta, con la apertura de un punto de venta en el centro de la ciudad a finales de año. Casi 200 participantes se han inscrito ya en el proyecto Cann-L.
Tras una serie de etapas iniciadas en 2015, el programa piloto de cannabis regulado de Lausana llega a su fin, con la apertura de la última pieza del rompecabezas: el punto de venta. La ubicación elegida es rue du Maupas 7, una dirección estratégicamente elegida por su fácil acceso. El punto de venta se está preparando actualmente y debería estar dotado de todo el personal a finales de año.
Los productos que se ofrecerán en el punto de venta procederán de una empresa ginebrina e incluirán hierba y resina. Estos productos tendrán que cumplir la legislación federal, que llimita el contenido de THC a un máximo del 20%, y sólo se destinarán al consumo personal en espacios privados.
De las 2.500 personas que han manifestado su interés por el proyecto, unas 1.800 pueden participar. Hasta el 21 de septiembre se había contactado con 200 personas, a las que se había programado una entrevista inicial obligatoria. Además, se han enviado 1.600 correos electrónicos para nuevas inscripciones. Sin embargo, el proceso puede sufrir retrasos y «cuellos de botella» debido al tiempo necesario para las entrevistas y a las limitadas existencias de cannabis disponibles en la actualidad.
Frank Zobel, director adjunto de Addiction Switzerland, la organización que supervisa el aspecto científico del proyecto, insistió en la integración gradual de los interesados, con el objetivo de alcanzar un panel de 1.200 participantes. Para el futuro, se prevé diversificar las fuentes de mercancía, con dos o tres centros de producción que complementen al actual.
Lucha contra el mercado negro y reducción de daños
El proyecto de Lausana no sólo pretende seguir la evolución del mercado negro, sino también evaluar el impacto de la venta de cannabis sin ánimo de lucro en el comportamiento de los consumidores. Para ello, se pedirá a los participantes que rellenen un cuestionario cada seis meses. Además, en una entrevista preliminar de 45 minutos se revisará el marco del proyecto y se confirmará la elegibilidad de los participantes, incluida su edad, residencia en Lausana y consumo de cannabis. Los participantes recibirán una tarjeta personal, que servirá tanto de prueba de posesión como de compra de cannabis en caso de control policial.
Aún quedan algunas incógnitas sobre las repercusiones del ensayo, como la cantidad que se venderá y el número de participantes. La asociación que respalda el proyecto pretende mantener precios competitivos, de entre 9 y 13 francos el gramo, lo que debería corresponder a los precios del mercado negro, con una «prima» por la calidad.
En Suiza, alrededor del 4% de los adultos consumen cannabis, y en Lausana lo hacen unas 6.500 personas, 1.500 de ellas a diario, lo que genera un volumen de negocio de unos nueve millones de euros. El objetivo del proyecto es reducir el mercado ilegal y las molestias que causa.
El proyecto Cann-L de Lausana tiene un presupuesto de 1,7 millones de francos suizos y una duración prevista de cuatro años y medio. Recibió la aprobación de la Oficina Federal de Salud Pública (OFSP) el pasado mes de marzo. Otras ciudades suizas, como Basilea y Zúrich, ya han puesto en marcha la venta controlada de cannabis en farmacias, y el cantón de Ginebra anunció en diciembre la apertura de su cannabinothèque en Vernier.
Quedará entonces que Berna, Biel y Lucerna pongan en marcha sus experimentos con cannabis legal para tener en la vida real las 5 pruebas que figuran actualmente.