El cannabis en América Latina

Guerra contra las drogas: América Latina cambia de rumbo

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La Conferencia Latinoamericana y del Caribe sobre Drogas llegó el pasado viernes a un acuerdo común en el sentido de que la guerra contra las drogas es un fracaso y necesita ser replanteada, aunque no hubo consenso en la definición de un nuevo modelo de regulación de drogas como la cocaína.

En la reunión, celebrada en la ciudad colombiana de Cali, expertos y representantes gubernamentales -principalmente de Colombia y México- propusieron una hoja de ruta para una nueva forma de abordar el problema mundial de las drogas que deje de lado, entre otras cosas, la persecución a los campesinos.

«El liderazgo internacional le corresponde a nuestro país y creo que se está ejerciendo con responsabilidad», aseguró el ministro colombiano de Justicia, Néstor Osuna, durante el primer panel de la jornada.

Y como parte de ese liderazgo, agregó, el presidente colombiano Gustavo Petro ha señalado a la comunidad internacional, en varias cumbres y países, que la prohibición no es la política adecuada.

Nueva política de drogas

En la clausura de la conferencia, el propio presidente colombiano presentó la nueva política de drogas, una iniciativa que pretende dejar de atacar a los campesinos que cultivan la hoja de coca y centrarse en la acción contra las redes del narcotráfico.

Este «cambio de narrativa» es un paso importante, según organizaciones que trabajan con campesinos y tienen un amplio conocimiento de las drogas, pero expertos como María Alejandra Vélez, directora del Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas (Cesed) de la Universidad de los Andes en Bogotá, consideran que Colombia es «tímida» en cuanto a su «liderazgo internacional».

«Aplaudo la política antidrogas, pero pediría que no seamos tímidos, por lo menos en plantear lo que podría ser ese modelo de cocaína regulada, porque si nos quedamos en la defensa del campesino productor sin plantear alternativas del otro lado, con un mercado de 21 millones de consumidores de cocaína, lo que se fija en un lado va a explotar en el otro», subrayó la experta.

El ministro de Justicia respondió que espera que «avancemos hacia un mundo sin economía ilegal de las drogas, con una regulación responsable y razonable de la cocaína, la heroína, los opiáceos y el cannabis», pero subrayó que en la actualidad es difícil conseguirlo en el marco del derecho internacional.

Por esta razón, Colombia no puede actuar por fuera de este marco internacional, dijo el ministro, pero argumentará en los escenarios internacionales «que necesitamos un mercado regulado con un uso razonable de la cocaína, de la heroína, de los opioides, de todas estas sustancias, y que la prohibición y la represión no han funcionado».

Y el progreso del alcohol, cuyo consumo se perseguía hace un siglo, podría servir de pauta, al igual que el del tabaco, cuyo consumo ha descendido, no por «meter a los fumadores en la cárcel», sino gracias a las campañas de prevención y salud pública.

Acabar con la represión

En la conferencia también se debatió sobre cómo acabar con la represión.

«Es una fantasía que no se corresponde con la realidad pensar que los grandes barones de la droga están en la cárcel, no es verdad, las cárceles están llenas de pobres», dijo el ministro.

«Los enfoques punitivos tienen resultados limitados en todos los ámbitos y pensar que el derecho penal o un enfoque punitivo o la cárcel pueden dar resultados más allá de los límites del castigo penal es un error común en nuestras sociedades contemporáneas, alimentado por el fenómeno punitivo», añadió.

Pero «no hay margen de maniobra» para abandonar el enfoque punitivo, y el gobierno colombiano considera que los esfuerzos de la fiscalía deben centrarse en los principales responsables del narcotráfico y no en los campesinos. Parte de la solución a la dependencia de los pequeños agricultores y de las regiones consiste en aportar bienes y servicios públicos y crear alternativas económicas legales. Por lo tanto, las operaciones de destrucción se centrarán en los cultivos a gran escala o en los pequeños agricultores que no entren en el juego y aumenten su producción.

«Lo que vamos a hacer es dar prioridad al enfoque punitivo en la lucha contra la cocaína, no contra la hoja de coca, no contra el campesino pobre que no tuvo más remedio que cultivar la hoja de coca», declaró el Sr. Osuna.

Para llegar a los grandes actores del narcotráfico, el texto apuesta por la destrucción de laboratorios, el aumento de las incautaciones, el control de los productos químicos utilizados para producir la droga, la lucha contra el blanqueo de dinero y la corrupción, y prevé reforzar los distintos cuerpos policiales.

El plan estará vigente hasta 2033.

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