Las infecciones fúngicas están cada vez más reconocidas como un grave problema de salud pública, que afecta cada año a más de mil millones de personas en todo el mundo. Ante la creciente resistencia a los antifúngicos y la falta de innovación terapéutica, los investigadores exploran nuevas vías, entre ellas los compuestos derivados del cannabis.
Un estudio reciente aporta pruebas convincentes de que cannabidiol (CBD) y cannabidivarina (CBDV), dos fitocannabinoides, presentan una importante actividad antifúngica, en particular contra el Cryptococcus neoformans, un hongo clasificado por la Organización Mundial de la Salud como patógeno de prioridad crítica.
Resultados prometedores en laboratorio e in vivo
En un estudio en el que se evaluaron cinco fitocannabinoides, los investigadores descubrieron que tanto CBD como CBDV presentaban efectos antifúngicos de amplio espectro. El estudio se centró en el Cryptococcus neoformans, un hongo mortal especialmente peligroso para las personas inmunodeprimidas. Es importante destacar que los cannabinoides actuaron de forma fungicida en lugar de fungistática, lo que significa que mataron al hongo en lugar de limitarse a inhibir su crecimiento.
Según los autores, «el CBD y, en particular, el CBDV tienen una amplia actividad contra el C. neoformans y otros hongos patógenos, incluidos los dermatofitos que causan la tiña común.«Estos dermatofitos, responsables de afecciones como el «eczema marginal» y el «pie de atleta«, están muy extendidos en la población general y representan una importante oportunidad para nuevos tratamientos».
El estudio también descubrió que CBD y CBDV prevenían eficazmente la formación de biopelículas, un importante factor de virulencia que ayuda a los hongos a resistir los antifúngicos actuales. Además de reducir el tamaño de la cápsula, que es otro mecanismo de defensa de C. neoformans, los cannabinoides interrumpieron las biopelículas maduras y alteraron la morfología celular del hongo.
Vistas desde la proteómica comparativa
Utilizando análisis proteómicos avanzados, el equipo de investigación exploró el mecanismo que subyace a este efecto antifúngico. Descubrieron que el tratamiento con CBD y CBDV desestabilizaba las membranas de las células fúngicas e interfería en la biosíntesis de ergosterol, un componente clave de las membranas fúngicas. Esta alteración se extendió a varias vías metabólicas y se relacionó con la función de las proteínas asociadas a la mitocondria, lo que indica un mecanismo de acción complejo pero dirigido.
«Estos resultados ilustran cómo los fitocannabinoides podrían ejercer una presión selectiva sobre la fisiología de los hongos», señalaron los investigadores.
Este descubrimiento podría resultar especialmente valioso para entender cómo diseñar fármacos que no contribuyan a la resistencia, uno de los principales retos de los tratamientos antifúngicos actuales.
Eficacia in vivo: del laboratorio a la quemadura
El estudio fue más allá de la placa de Petri. Utilizando el modelo de quemadura de Galleria mellonella, los investigadores probaron la capacidad del CBD para eliminar las infecciones por C. neoformans en un organismo vivo. Las larvas tratadas con CBD mostraron una «mejora significativa de la supervivencia«, lo que sugiere un potencial terapéutico real para aplicaciones tópicas antifúngicas.
«La supervivencia in vivo de G. mellonella mejoró significativamente tras la infección con C. neoformans, lo que pone de relieve el claro potencial del CBD como agente antifúngico», concluyeron los investigadores.
Aunque el CBD y el CBDV son reconocidos principalmente por su papel en tratamientos neurológicos, como la epilepsia y la ansiedad, esta investigación amplía su alcance a las enfermedades infecciosas. Gracias a su seguridad demostrada y a su creciente disponibilidad, estos cannabinoides están bien situados para ser reutilizados en la clínica.
Como señala el estudio, «la eficacia demostrada del CBD y el CBDV como agentes antifúngicos de amplio espectro, junto con su perfil de seguridad establecido, los convierte en un recurso prometedor para el desarrollo de futuras intervenciones terapéuticas».