Si bien el país fue el primero de Asia en despenalizar el cannabis en 2022, Tailandia busca ahora regular sus distintos usos. Y aunque el uso recreativo del cannabis nunca se ha legalizado, de hecho se practica ampliamente y ha fomentado la apertura de varios miles de tiendas para deleite de los turistas y, a veces, desgracia de los lugareños.
De hecho, muchas personas se han quejado del consumo público, sobre todo en Bangkok o en las ciudades turísticas costeras. Pero, sobre todo, el Gobierno actual ya no es el que despenalizó, y el anterior no aprobó ninguna regulación del cannabis antes de dejar el poder.
Parece que este cambio de política será efímero, ya que el nuevo primer ministro de Tailandia declaró su intención de reclasificar el cannabis como estupefaciente a finales de 2024 y que las tiendas de cannabis del país se cerrarían en abril de 2025.
El anuncio no es ninguna sorpresa, dado el número de declaraciones contra el cannabis que el primer ministro tailandés, Srettha Thavisin, ha hecho desde que asumió el cargo.
En un post de Facebook, el ministro de Salud Pública, Somsak Thepsutin, declaró su intención de prohibir el consumo recreativo de cannabis. Thepsutin también declaró que sólo las flores de cannabis se reclasificarían como estupefacientes de categoría 5, una categoría que prohíbe la producción, importación, exportación, venta y posesión para uso no médico.
Las hojas, ramas, raíces, tallos y semillas de cannabis podrán seguir utilizándose para aplicaciones sanitarias y médicas aprobadas. El cáñamo, que también ha sido retirado de la lista de la categoría 5, no estará sujeto a restricciones similares.
Y lo que es más importante, el Ministro anunció que se exigirá una licencia a quienes cultiven, exporten y posean cannabis con fines médicos y de investigación, aunque los detalles del procedimiento de concesión de licencias están aún en fase de elaboración.
«El sistema de concesión de licencias no debe imponer una carga excesiva al público», afirmó en un post de Facebook, añadiendo que habría un periodo de gracia para que el público pudiera adaptarse.
Los grupos pro-cannabis protestaron contra la decisión de Srettha, afirmando que corría el riesgo de dañar la confianza empresarial tras la aparición de una industria cuyo valor se prevé en 1.200 millones de dólares para 2025.