Bélgica se encuentra en una encrucijada en el actual debate sobre la legalización del cannabis, con el viceprimer ministro Pierre-Yves Dermagne, del Partido Socialista (PS), abogando por un nuevo enfoque de la política de drogas del país. En una entrevista concedida al periódico belga L’Avenir, Dermagne afirmó que ya es hora de poner fin a la prohibición del cannabis y pasar a un mercado regulado.
Dermagne sostiene que perseguir, detener y encarcelar a personas por delitos relacionados con el cannabis ya no tiene sentido, sobre todo teniendo en cuenta el cambiante panorama en los países vecinos de Bélgica. «De los cuatro países vecinos de Bélgica, tres han despenalizado o van a legalizar el consumo y la venta», señala Dermagne.
El viceprimer ministro no sólo aboga por la despenalización, sino también por la plena regulación y control de la producción y venta de cannabis. En su opinión, este planteamiento tendría una serie de ventajas, como una mejor supervisión de los consumidores, protección contra la venta a menores, reducción de los ingresos procedentes de la delincuencia (incluida la posible financiación de actividades terroristas) y la posibilidad de que las fuerzas del orden se concentren en asuntos más urgentes.
El Sr. Dermagne también destaca los posibles beneficios económicos. Calcula que Bélgica podría ganar 660 millones de euros en ingresos procedentes de los impuestos especiales. Esta afirmación está respaldada por un estudio realizado en 2019 por el Grupo Friday, que sugiere unas ganancias potenciales de hasta 144,6 millones de euros al año, dependiendo del modelo de despenalización elegido.
Sin embargo, la propuesta de Dermagne no cuenta con un apoyo unánime. El socio mayoritario, el partido liberal francófono (MR), se opone firmemente a la idea de la despenalización en esta fase. El presidente del MR, Georges-Louis Bouchez, expresó su preocupación por el momento, citando los problemas actuales de consumo de drogas, sobre todo drogas duras, en las ciudades belgas. El MR reconoce la necesidad de un debate, pero subraya los efectos nocivos del cannabis para la salud, sobre todo entre los jóvenes consumidores.
Mientras continúa el debate, Bélgica se dispone a estudiar la posibilidad de despenalizar el cannabis. El Senado tiene previsto publicar en los próximos meses un documento informativo basado en las aportaciones de los expertos. Con la excepción del MR, la mayoría de los partidos francófonos expresan su apoyo a algún tipo de reforma del cannabis.
Estos partidos difieren en sus propuestas, que van desde la regulación y el control estrictos que defiende el PS hasta la despenalización total de la posesión y de ciertas formas de producción y distribución que propone DéFI. Ecolo aboga por una regulación integral de toda la cadena del cannabis, mientras que Les Engagés defiende la despenalización de todo consumo de drogas. El PTB insiste en la regulación estatal de la producción y la venta.
En su evaluación de los modelos internacionales, el Sr. Dermagne se inclina por el enfoque alemán, en el que los consumidores se unen a Clubes de Cannabis responsables del cultivo y la distribución colectivos. Critica el modelo holandés, que califica de «hipócrita» por la brecha existente entre la venta legal y el cultivo ilegal.
En el norte de Bélgica, las opiniones sobre la legalización del cannabis son menos favorables. Los partidos CD&V, N-VA y Vlaams Belang se oponen a la despenalización, y el Open Vld expresa fuertes reservas. En cambio, Vooruit y Groen se muestran muy favorables a la reforma.
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